La multiplicación de las amenazas a nuestra existencia común, sea cual fuere su origen, auguran una situación hipotética tan ominosa como la que podría suscitar el flagelo de la guerra.
Al igual que mi país vivió momentos de angustia tras el desastre del tsunami, nosotros ahora nos sentimos afligidos ante la reanudación del terror en nuestro suelo, que es un mal presagio.
Contemplando la vegetación que reventaba en verdes intensos, las minúsculas tiendas de las lombrices en el barro, el coronel volvió a sentir el mes aciago en los intestinos.
Por el contrario, nunca se perdonó el haber confundido el augurio magnífico de los árboles con el infausto de los pájaros, y sucumbió a la perniciosa costumbre de su tiempo de masticar semillas de cardamina.