Mientras se sigan desconociendo los factores señalados, las consecuencias para los civiles atrapados en medio del conflicto seguirán siendo catastróficas.
Las trabajadoras agrícolas de zonas montañosas y remotas, especialmente las solteras, las cabezas de familia y las ancianas, son el grupo más vulnerable.
Deberán ser tomadas medidas especiales para proteger a las comunidades indígenas víctimas de la violencia organizada en el caso de conflictos armados internos.
A ese respecto, exhortamos al Gobierno a trabajar con la comunidad internacional y los organismos humanitarios para abordar las necesidades de la población vulnerable.
Es un reto que debemos superar para poder cumplir las responsabilidades que tenemos con los más vulnerables, a quienes tenemos el deber supremo de cuidar.