Lejos de ayudar, la intervención provocó que la inclinación tuviera otra abrupta subida, hasta los 5,32 grados, poniendo la torre al borde del colapso.
Entre los desperfectos hallados se observaron daños importantes en la ciudadela, el desplome de la torre occidental de la antigua muralla y que quedaron deterioradas.
Echado en la arena, como una pequeña y ruinosa esfinge de lava, dejaba que sobre él giraran los cielos, desde el crepúsculo del día hasta el de la noche.