Y cuando finalmente se derrumbó, los tiempos que siguieron fueron tan duros y miserables que durante mil años los hombres lo juzgaron retrospectivamente como una época de grandeza y felicidad.
Todo eso saltaría por los aires, cambiaría de forma instantánea y el mundo tal y como lo conocemos colapsaría, como dicen los propios científicos, como un castillo de cartas.
Pero el agua es tan poderosa, tan tremenda, tan impresionante, que con la fuerza del lago Argentino, el glaciar empieza a soltar enormes bloques hasta que se cae completamente el puente.
El último de los minutos de salir, al jefe de turno, cuando se produjo el derrumbe, Luz Urzúa, emergía a la superficie a las diez menos cinco de la noche hora local.
Después de unos cuantos pasos cayó salpicado por dentro, pero sin decir una sola palabra, dio un golpe seco contra la tierra y se fue desmoronando como si fuera un montón de piedras.
Hoy en la localidad de dos hermanas en Sevilla, funeral de los tres trabajadores fallecidos el viernes en Corea del Río, el fuerte viento detrás de la causa del derrumbe de la cubierta de la nave donde trabajaban.