Está bien establecido que cuando vemos imágenes de animales amenazantes generalmente provoca una reacción de miedo, asociada con el sistema nervioso simpático.
Claro, mientras nuestra piel hace un excelente trabajo protegiéndonos de amenazas microscópicas, es nuestro cerebro, y no nuestra piel, la que hace el trabajo de las escamas de un pangolin.
Y así fue como se cernió, amenazador, sobre el reino de Bohemia un gran escándalo, y cómo el ingenio de una mujer desbarató los planes mejor trazados de Sherlock Holmes.
Faustino Santos fue el único que percibió una lumbre de verdad en la amenaza de Pablo Vicario, y le preguntó en broma por qué tenían que matar a Santiago Nasar habiendo tantos ricos que merecían morir primero.