Era considerada una poetisa muy intelectual y a pesar de haber nacido en un pequeño pueblo de México, fue famosa por sus versos en la corte virreinal de Nueva España.
Si se enteraba que los clérigos eran ricos, reverendos, o sea que tenían más dinero que educación, el bulero se hacía un Santo Tomás entre ellos, y hablaba dos horas en latín.
Era un discípulo honesto y de buen corazón, pero todavía su mente era un juego de luces y sombras y no había recobrado la comprensión amplia y conciliadora de una mente sin trabas.