Hoy en día, el casco antiguo de Córdoba contiene muchos impresionantes recordatorios arquitectónicos de cuando la ciudad fue la próspera capital del Califato de Córdoba, que gobernó casi toda la Península Ibérica.
El local también reunía a primera vista todos los requisitos necesarios: era espacioso, tenía empaque y no lo flanqueaba un solar sin construir, sino que hacía él mismo esquina abriéndose a dos arterias céntricas y transitadas.