Con esta licencia, que don Quijote se tomara aunque no se la dieran, se llegó a la cadena y al primero le preguntó que por qué pecados iba de tan mala guisa.
Di lo que quisieres -replicó don Quijote-, como tus palabras no se encaminen a ponerme miedo; que si tú le tienes, haces como quien eres; y si yo no le tengo, hago como quien soy.
Entendióle el Cura, y dijo que de muy buena gana haría lo que le pedía, si no temiera que en viéndose su señor en libertad había de hacer de las suyas, y irse donde jamás gentes le viesen.