En el año de 1695 se desató una epidemia de tifus en toda la capital de la Nueva España, causó grandes estragos en la ciudad, pero principalmente en el convento de San Jerónimo con una mortandad del 90%.
La razón detrás de esto es muy simple: los adultos mayores tienden a enfermarse más, se enferman en forma más grave, comprometen más la infraestructura de Unidades de Cuidados Intensivos y, además, tienen una mayor tasa de letalidad.