Y, después, Arribas se ofreció a registrar una empresa a su nombre y a guardar todo el dinero y las joyas en la caja fuerte de la compañía para la que trabajaba, ¿cierto?
Me contestó que me daría una nota firmada por ochenta piezas de a ocho, que me pagaría cuando llegáramos a Brasil y, una vez allí, si alguien me hacía una mejor oferta, él la igualaría.
Luego el muchacho se ofreció a acompañarme a una comisaría de policía para denunciar que me habían robado pues, además del dinero, que no era mucho, llevaba en la cartera de indentidad y la tarjeta de crédito.
¿Habrá más que cargar con ellos y traerlos a España, donde los podré vender, y adonde me los pagarán de contado, de cuyo dinero podré comprar algún titulo, o algún oficio, con que vivir descansado todos los días de mi vida?