Aunque haya jugadores que ganan millones en gigantescos estadios, también lo pueden jugar felizmente un puñado de niños en la calle con una pelota parchada.
Un día, una niña que paseaba por el mundo de los monstruos buscando su pelota, encontró escondidas bajo unas hojas a todas las letras, que vivían allí dominadas por el miedo.