Pensaba que a lo mejor viajando en grupo iba a ser más difícil que los asaltaran, iba a ser más entretenido… Ya tenía amigos, entonces se sentía acompañado en el viaje.
Nos resultaba difícil entrar a un restaurante y no saludar en más de dos o tres mesas, llegar a la barra del hotel El Minzah o a la terraza del café Tingis y no ser requeridos para acoplarnos a la charla animada de algún grupo.