Los primeros congeladores eran básicamente habitaciones llenas de hielo salado, que aunque podrían congelar la comida, tomaban varias horas o incluso días para hacerlo.
Seguro que muchos de vosotros acabáis de empezar las clases y estamos casi convencidos de que en vuestros relucientes estuches repletos de material escolar no falta un lápiz.
Los jóvenes de Buñol entran en la plaza con camiones llenos de tomates y empiezan a lanzárselos a toda la gente creando la batalla de comida más grande del mundo.
Cada vez que una fuente, un mausoleo, un pórtico me desvelaron con la insistente permanencia de su belleza, alternaba en mi duermevela su imagen con la imagen de la Fuente vieja.
Cuando llegué a la cercanía de la ciudad, en el cuerpo sólo me quedaba agotamiento, tristeza y heridas. Y una faltriquera llena de billetes colgada del cuello. De las armas, ni rastro.
Cuando Pizarro vio la habitación casi llena del metal precioso, se puso a reflexionar: “Si yo lo dejara ahora en libertad, de seguro, se aprovecharía para preparar una gran rebelión contra los españoles.”
25 Y mandó José que llenaran sus sacos de trigo, y devolviesen el dinero de cada uno de ellos, poniéndolo en su saco, y les diesen comida para el camino: é hízose así con ellos.
Cinco minutos después, en efecto, volvió al Club Social con las alforjas enchapadas de plata, y puso sobre la mesa diez gavillas de billetes de a mil todavía con las bandas impresas del Banco del Estado.
Su madre guardaba un recipiente repleto de caramelos en lo alto de una estantería de la cocina y de vez en cuando le daba uno, pero los dosificaba porque sabía que no eran muy saludables para sus dientes.
La noticia de que Amaranta Buendía zarpaba al crepúsculo llevando el correo de la muerte se divulgó en Macondo antes del mediodía, y a las tres de la tarde había en la sala un cajón lleno de cartas.