––Los bailes me gustarían mucho más ––repuso su hermana–– si fuesen de otro modo, pero esa clase de reuniones suelen ser tan pesadas que se hacen insufribles.
––Te ruego que intercedas, querida Charlotte ––añadió en tono melancólico––, ya que nadie está de mi parte, me tratan cruelmente, nadie se compadece de mis pobres nervios.
Y los primeros malísimos, pero malísimos de que me da vergüenza cuando regresé a leerlos, ya sabes, de que estaba pensando, pero pues así echando a perderse aprende.
El matemático durmió con tranquilidad; no así el poeta, acosado por versos que su razón juzgaba detestables: Faceless the sultry and overpowering lion, Faceless the stricken slave, faceless the king.
Si hubiesen pensado en otro hombre, no tendría nada de particular; pero la absoluta indiferencia de Darcy y la profunda tirria que tú le tienes, es lo que hace el chiste.
No sé nada -respondió Sancho-: sólo sé que vendré a ser tan desdichado, que, por no hallar esta cabeza, se me ha de deshacer mi condado como la sal en el agua.
Al instante dio por hecho que la creencia de Darcy en la indiferencia de su hermana era falsa, y las peores objeciones que ponía a aquel matrimonio la enojaban demasiado para poder hacerle justicia.
A lo mejor ese fue el inicio de mi interés por la historia, porque en el Bachillerato yo fui un alumno desastroso, excepto en Historia y Literatura, en los que era el primero de la clase.