Inicialmente quedaron imputadas treinta y una personas, pero finalmente los acusados fueron ocho dirigentes sindicales en los que se intentó escarmentar a toda la clase trabajadora.
Así, el acusado o imputado de un delito, cuando acude a un juicio, permanece sentado en un banquillo, donde escucha todas las pruebas y testimonios que asisten contra él.
Antiguamente la pena de banquillo era mucho peor, ya que los bancos de los tribunales no eran sillas como ahora sino que eran bancos sin respaldos, que hacían del juicio un auténtico calvario para el acusado.