Pequeños gestos que nos saquen de la rutina y que nos permitan transformar un espacio anodino en un espacio mágico donde lo inesperado pueda tener lugar.
Una noticia cualquiera, una frase anodina, el titular de un diario, una canción de moda: pruebas de la existencia del mundo de afuera y revelaciones de mi irrealidad.
Cuando, por pura casualidad, se le reconoció a la puerta del colegio donde perpetró su hurto, declaró contrito que su vida era demasiado pacífica y anodina, y que necesitaba emociones “fuertes”.