No había acabado de firmar la última cuando apareció en la puerta de la carpa un coronel rebelde llevando del cabestro una mula cargada con dos baúles.
Por error, el baúl con mis evening gowns, con todos los meus trajes de noite, ha acabado también allí anesperadamente, estoy espetando que me lo envíen back, de vuelta.
Cuando Fernanda lo supo volvió a hacer sus baúles de recién casada y se marchó de Macondo sin despedirse. Aureliano Segundo la alcanzó en el camino de la ciénaga.
Cuando comprendió que no contaba con nadie, sacó del baúl las cosas que podía llevar en los brazos, y las subió al tercer piso por las empinadas escaleras de piedra viva.