Entró caminando en puntillas para sortear las inmundicias del piso, y asperjó la celda con el hisopo del agua bendita, murmurando las fórmulas rituales.
Casi nunca se reía ya con lo que antes llamaba mi bendita inocencia, y yo notaba cómo cada vez generaba en él menos interés, menos complicidad, menos ternura.
Llevaba el hábito de lana cruda a pesar del calor, el acetre del agua bendita y un estuche con los óleos sacramentales, armas primeras en la guerra contra el demonio.
4 Y multiplicaré tu simiente como las estrellas del cielo, y daré á tu simiente todas estas tierras; y todas las gentes de la tierra serán benditas en tu simiente.
Descuide, don Claudio, que la Candelaria se hace cargo. Ya veré en ónde la meto, pero quédese tranquilo, que ya sabe usted que conmigo va a star en la gloria bendita.