Pero él no era de esos hombres que buscan consuelo por los efectos de su propia imprudencia en los placeres que a menudo confortan a los que han llegado a ser desdichados por sus locuras y sus vicios.
Ella descubrió, por ejemplo, que los niños eran sensibles a la limpieza y el orden del entorno; un ambiente agradable los confortaba, les hacía sentir seguros, y eso los ayudaba a concentrarse.