Parecía estirar sus dedos descarnados, como intentando llegar a un plato y a un cántaro, de forma antigua, colocados de tal forma que no pudiese alcanzarlos.
Detesto a las personas que lloran por su cántaro de leche roto. Pero cuando pienso que han perdido a su hijo único, me siento verdaderamente tristísimo.
Aunque en España suele hacer buen tiempo, si vas a salir a la calle y hace un día de perros porque llueve a cántaros o hace un frío que pela, recuerda abrígarte bien.
Así, que, desde hoy en adelante, nos hemos de tratar con más respeto, sin darnos cordelejo, porque de cualquiera manera que yo me enoje con vos, ha de ser mal para el cántaro.