Somos testigos de las pequeñas humillaciones y tensiones, día tras día, de la indiferencia hacia la humanidad de los palestinos, y de la expresión de rabia desbordada de un pueblo ocupado” (págs. 8 a 10).
El hombre cortó la ligadura y abrió el pantalón con su cuchillo: el bajo vientre desbordó hinchado, con grandes manchas lívidas y terriblemente dolorido.