Y el árbol miró la fresca belleza de las flores en el jardín, y luego se miró a sí mismo, y deseó no haber salido jamás de aquel oscuro rincón del desván.
Nada más lejos de ello, lo sacaron de la estancia y, escaleras arriba, lo condujeron al desván, donde quedó tirado en un rincón oscuro, muy lejos de la luz del día.
Fuimos a buscar tablas al desván y papá trajo sus herramientas. Rex se puso a comer begonias, pero es menos grave que el sillón del salón, porque tenemos más begonias que sillones.
Como llovía ayer por la tarde y no podíamos salir a la calle, Cecilia, Diego y yo subimos al desván, abrimos el viejo baúl y empezamos a sacar disfraces y zapatos viejos.