Cinco minutos después estaban todos dentro de una camioneta militar, volando hacia la frontera, con un viento contrario que borraba las huellas de los fugitivos.
Ya más tranquilo, hizo una sonrisa de complicidad. –Andamos con muchos pájaros para despistar –agregó–, pero lo que llevamos a la frontera es un contrabando de naranjas.