Además, todavía subsistían varios obstáculos jurídicos y administrativos para los inversores extranjeros, lo que reducía el potencial del país para atraer IED.
Las inversiones pioneras son menos frecuentes, dado que por lo general implican riesgos y compromisos financieros mucho mayores para la empresa inversora.
La consecuencia para España fue que los inversores y bancos extranjeros se dieron cuenta de que ya habían prestado demasiado dinero y sería difícil recuperarlo, de manera que cerraron el grifo del crédito.