Pero más allá de sus paisajes y maravillas arquitectónicas, son los panameños, con su calidez y hospitalidad, quienes realmente dan vida a este hermoso país.
El mensaje era claro: el gobierno panameño era el primero en América Latina en hacerse cargo de la reubicación de una comunidad completa de refugiados climáticos.
Eliezer los conoció cuando viajó a Metetí, la última ciudad de la Carretera Interamericana del lado panameño, antes de que la ruta se corte por la selva.
Varias de ellas, como la doctora de Bajo Chiquito o la coordinadora en terreno del programa de Migración de la Cruz Roja panameña, Abril Staples, tenían menos de 30 años.
Con su fachada imponente y su interior decorado con arte sacro, esta catedral no solo es un lugar de culto, sino también un símbolo de la identidad y el patrimonio cultural panameño.
Algunas familias, como la de Betzander, decidieron postergar su mudanza para otro día. Algunas otras personas de la isla fueron a ver cómo salía ese primer bote a cargo de las instituciones del gobierno panameño.
Cuando salen de la parte más densa de la selva, como contábamos antes, el primer acceso que tienen al territorio panameño es a través de las comunidades indígenas a las que llegan, principalmente Bajo Chiquito.
No solo por la geografía, sino porque cuando llegan al lado panameño entran en terreno liberado, y pueden ser atacados por una de las bandas armadas a las que se atribuyen robos, violaciones y asesinatos.