Ana contribuyó a alegrar el viaje volviéndose a charlar con las niñas y pasándole ocasionalmente un soplo de vida a Billy, quien gruñía, resoplaba y nunca alcanzaba a dar con una respuesta antes de que fuera demasiado tarde.
El señor Bordenave se puso todo rojo y empezó a resoplar por la nariz, como cuando se encoleriza, pero no pudo seguir hablando con Alcestes porque Majencio y Joaquín estaban peleándose.
Durante la noche acudieron delfines en torno al bote. Los sentía rolando y resoplando. Podía percibir la diferencia entre el sonido del soplo del macho y el suspirante soplo de la hembra.