Si asumimos que no choca con otros planetas o asteroides, o termina succionada por un agujero negro, se movería en línea recta por 43.000 años antes de que encontrara otra estrella que pudiera orbitar.
Como sólo nos da a los mamíferos, y los bebés lo presentan más que los adultos, una hipótesis dice que es parte de un reflejo que busca sincronizar el acto de succionar leche con la respiración.