La Luneta, mi primera calle en Tetuán: estrecha, ruidosa, irregular y bullanguera, llena de gente, tabernas, cafés y bazares alborotados en los que todo se compraba y todo se vendía.
Los otros aprendices, como son mayores que yo, me mortifican, me mandan por vodka a la taberna y me hacen robarle pepinos a la maestra, que, cuando se entera, me sacude el polvo.
Para darse más confianza el viejo recordó aquella vez, cuando, en la taberna de Casablanca, había pulseado con el gran negro de Cienfuegos, que era el hombre más fuerte de los muelles.
El Ahorcado, que era como se llamaba la taberna de la aldea, hizo su agosto aquella noche, ya que todo el mundo acudió para comentar el triple asesinato.
La Catedral Chica es el corazón de Triana, pero la esencia del barrio está en cada una de sus calles, sus plazas y sus vecinos. Triana sigue siendo un barrio de calles siempre animadas, de bares y tabernas, de tiendas tradicionales.
Sus restaurantes oscilan entre los adjudicados con estrellas Michelín y asadores menos sofisticados, sidrerías, tabernas, bares al aire libre o los bares txakolís.