Por último, algo muy característico es que, al no buscar esa belleza idealizada, los pintores no tienen miedo de mostrar alegría, sufrimiento, esfuerzo, tristeza o incluso fealdad.
27 También las siete vacas flacas y feas que subían tras ellas, son siete años; y las siete espigas menudas y marchitas del Solano, siete años serán de hambre.
Entonces empezó a arrancarse el cabello con las dos manos, muerta de risa, arrojando los puñados en el aire con un júbilo incomprensible, hasta que la cabeza le quedó como un coco pelado.
Yo, Sancho, bien veo que no soy hermoso; pero también conozco que no soy disforme; y bástale a un hombre de bien no ser monstruo para ser bien querido, como tengas los dotes del alma que te he dicho.