Había en ese instante en la acera varias personas, pero el saludo parecía proceder de un Joven delgado que vestía ancho gabán y que se alejó rápidamente.
Los redondos papelillos de colores van rodando paralelamente por la acera, al viento agudo de la tarde, y las máscaras, ateridas, hacen bolsillos de cualquier cosa para las manos azules.
Las mismas que ahora peatonales son las arterias por las que fluye la vida de la ciudad y que te llevan a lugares tan apabullantes y cargados de historia como el foro o el coliseo romano.