Ya ven -comentó-. Era completamente simple. Parecía como si una lucidez penetrante le permitiera ver la realidad de las cosas más allá de cualquier formalismo.
Aristóteles creía que las plantas poseían un alma vegetativa que les daba la capacidad de crecer y reproducirse, pero no creía que fueran capaces de tener sensaciones.
Estoy cubierto de oro fino -dijo el Príncipe-; despréndelo hoja por hoja y dáselo a mis pobres. Los hombres creen siempre que el oro puede hacerlos felices.
El ramo que le entregamos a nuestra virgen es un ramo mágico, en el que depositamos ilusiones, ganas, sentimientos y damos las gracias por habernos dejado cumplir este maravilloso sueño.
Pero el hombre era demasiado feliz para que nada le hiciese mella, y por suerte para todos, estaba tan ocupado en su cortejo que se veían libres de su compañía mucho tiempo.
Por ejemplo, a pesar de que las moléculas de la clorofila son pésimas absorbiendo luz verde, esta disposición en capas permite a la hoja capturar hasta el 80% de la luz verde que le llega.
Y la fuerza de esa unidad es la que nos permitirá llegar más lejos y mejor en un mundo que no acepta ni la debilidad ni la división de las sociedades, y que camina hacia una mayor integración.
Sin embargo, los que se quedaron, y también la mayoría de los que tuvieron que marcharse, dijeron que la narración del Queso les había ayudado mucho a ver las cosas de modo diferente y a afrontar mejor las situaciones.