Quienes son perversos o no creyentes se queman y caen hacia el infierno, llamado Jahannam, donde son castigados con cadenas, agua hirviente y bebiendo líquidos putrefactos.
A veces yo mismo lo llego a pensar: no soy muy religioso, pero a veces antes de dormir, le pido a Dios o a quienes estén arriba que, si no hay nada más para mí, que ya me liberé de esta vida.