Estamos dispuestos a colaborar con la OCAH, con otros organismos humanitarios y con otros donantes para garantizar que nuestro instrumento de reforma humanitaria sea fuerte y sólido.
En algunas hacía tanto calor que sus habitantes almorzaban en el patio. Otros recostaban un asiento a la sombra de los almendros y hacían la siesta sentados en plena calle.
A pesar de que nadie apareció en el vestíbulo en todo el tiempo que permanecí sentada inmóvil, a mis oídos llegaron sonidos que me hicieron saber que no estaba sola.
Busqué los tablones con los horarios y los encontré a la derecha. No me detuve a estudiarlos; simplemente me senté en un banco debajo de ellos y me dispuse a esperar.
Pero casi siempre estaban apagados en un sombrío letargo de idiotismo, y pasaban todo el día sentados en su banco, con las piernas colgantes y quietas, empapando de glutinosa saliva el pantalón.