Asimismo, el Relator Especial sobre las ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias debería seguir ocupándose de la cuestión de los delitos de honor.
La explotación de causas nobles para obtener una falsa victoria sólo puede desacreditar a la Organización y restar méritos a los proyectos de resolución.
Esas tendencias han tenido como resultado la acumulación de un déficit de credibilidad que empaña la reputación de todo el sistema de las Naciones Unidas.
Pregunta si en el memorando explicativo del Código se indica claramente que en la nueva figura jurídica están incluidos los asesinatos en defensa del honor.
Como ya indicó anteriormente, el Código Penar de Turquía no distingue, a efectos de las penas aplicables, entre delitos de honor y delitos de costumbre.
El Tribunal declaró que, cuando rechaza las reclamaciones concretas de la demandante, no tiene que seguir protegiéndola ni proteger sus intereses (intimidad, dignidad y reputación).
También se mencionaron el problema de la dote en determinadas regiones del mundo, los crímenes de honor y las consecuencias de la preferencia por los hijos varones.
Pienso favorecer a los labradores, guardar sus preeminencias a los hidalgos, premiar los virtuosos, y, sobre todo, tener respeto a la religión y a la honra de los religiosos.
Durante una hora de gloriosa felicidad, Harry había creído que podría abandonar a los Dursley, porque Sirius le había ofrecido un hogar una vez que su nombre estuviera rehabilitado.
El pobre honrado (si es que puede ser honrado el pobre) tiene prenda en tener mujer hermosa, que cuando se la quitan, le quitan la honra y se la matan.
Aunque la conociera -respondió Lotario-, no encubriera yo nada; porque cuando algún amante loa a su dama de hermosa y la nota de cruel, ningún oprobrio hace a su buen crédito.
No me puedo persuadir que haya hoy en la tierra quien favorezca viudas, ampare doncellas, ni honre casadas, ni socorra huérfanos, y no lo creyera si en vuesa merced no lo hubiera visto con mis ojos.
No te ciegue la pasión propia en la causa ajena; que los yerros que en ella hicieres, las más veces serán sin remedio; y si le tuvieren, será a costa de tu crédito, y aún de tu hacienda.
Con esto quedó Anselmo el hombre más sabrosamente engañado que pudo haber en el mundo: él mismo llevó por la mano a su casa, creyendo que llevaba el instrumento de su gloria, toda la perdición de su fama.