Mi hermano Luis Enrique, que entonces tocaba la guitarra como un profesional, improvisó en honor de los recién casados una canción de equívocos matrimoniales.
A través de la rendija el matrimonio observaba la escena con la boca abierta ¡Cómo iban a imaginarse que sus benefactores eran dos simpáticos duendecillos!
Frida tardaría en aceptar que nunca podría tener hijos, a pesar de las aventuras por ambas partes la pareja se complementaba a la perfección en muchos aspectos.
Huyendo de las miserias de los jornaleros en los olivares del campo andaluz, la pareja se instaló en el Protectorado tras la guerra del Rif, en el año 26.
El matrimonio estuvo a punto de acabarse a los dos meses porque Aureliano Segundo, tratando de desagraviar a Petra Cotes, le hizo tomar un retrato vestida de reina de Madagascar.
Tenía apenas dos meses de casado, pero ella se dio cuenta enseguida de que las cosas no andaban bien en el lecho nupcial, y experimentó el delicioso placer de la venganza consumada.