Parece que una dosis calma y relaja, pero en realidad es sólo una vuelta a la normalidad después del síndrome de abstinencia que produce la propia nicotina.
La nicotina funciona suplantando a uno de los neurotransmisores más importantes del cerebro, la acetilcolina, que regula cosas como los recuerdos, el aprendizaje, las emociones o el movimiento del cuerpo.
Con la nicotina de solo tres cigarrillos, todos los receptores de acetilcolina del cerebro quedan saturados por esta molécula impostora, pero unos minutos después de fumar, los niveles bajan bruscamente.
Los parches o los cigarrillos electrónicos no solucionan de por sí la adicción a la nicotina, porque contienen nicotina, pero sin duda son una forma más limpia de conseguir tu dosis sin todos los demás contaminantes.
La nicotina es una droga muy curiosa: en dosis bajas es estimulante y actúa sobre la adrenalina y la dopamina, igual que la cocaína o las anfetaminas, aumenta la concentración, la memoria y quita el apetito.