La violencia indiscriminada y los procedimientos de detención indebida no harán sino agravar la percepción de que existe un clima de impunidad y generar resentimiento contra quienes están a cargo de la seguridad.
Bernarda había querido apaciguar los propios rencores, pero muy pronto fue evidente que la culpa no era de la una ni de la otra, sino de la naturaleza de ambas.
Sintió renacer en su corazón el rencor que en otro tiempo experimentó contra Rebeca, y rogándole a Dios que no la arrastrara hasta el extremo de desearle la muerte, la desterró del costurero.
Se necesitaron veinte años para que se calmaran los ánimos y se restituyera a las clarisas el convento desmantelado, pero al cabo de un siglo Josefa Miranda seguía cocinándose a fuego lento en sus rencores.
Los inculcó en sus novicias, los cultivó en sus entrañas más que en su corazón, y encarnó todas las culpas de su origen en el obispo De Cáceres y Virtudes y en todo el que tuviera algo que ver con él.