Y así nos fuimos organizando. Yo encargaba primero y Candelaria después, desde la retaguardia, recurría incansable a sus artes del trapicheo para lograr lo que necesitábamos.
Afortunadamente, y como dice el refrán “Dios aprieta pero no ahoga”, los comercios se ponen de nuestra parte y nos ayudan a pasar este mes, con las rebajas.
Dado que las macropolíticas cuentan por igual con espacio y medios, hemos de intensificar su regulación intercíclica y anticíclica para ofrecer un fuerte respaldo al funcionamiento estable de la economía.
Una sola cosa en todo lo que hice me parece reprochable: el haber accedido a tomar las medidas procedentes para que Bingley ignorase la presencia de su hermana en la ciudad.