Si bien acoge con beneplácito los esfuerzos del Departamento por utilizar tecnologías avanzadas de la comunicación, indica que muchas partes del mundo todavía usan únicamente la radio.
Yo apagué las luces, encendí la radio, escuché un rato las noticias, la apagué, salí al balcón, donde fumé un cigarrillo admirando el hermoso paisaje de la mañana.
El resto de la tropa, entretanto, liquidaba la jornada con sus rutinas nocturnas: las gárgaras de eucalipto y la radio, los bigudíes frente al espejo o el tránsito hacia el café.
Y yo regresé junto a Ramiro. Me esperaba en casa fumando mientras oía a media luz la radio en el salón, ansioso por saber cómo me había ido y listo para salir a cenar.
Pero le gustaba pensar en todas las cosas en que se hallaba envuelto, y puesto que no había nada que leer y no tenía un receptor de radio pensaba mucho y seguía pensando acerca del pecado.