Se piensa que los pobladores las llevaban balanceándolas lateralmente sobre su base al mismo tiempo que tiraban de ellas hacia adelante, ayudándose con un soporte de troncos o un sistema de trineos.
Apenas si podía comer, sus ojos de anticuario se le habían vuelto tan turbios que andaba tropezando con los horcones, y ya no le quedaban sino las cánulas peladas de las últimas plumas.