No temía a los puntos negros. Eran normales a la tensión a que estaba tirando del sedal. Dos veces, sin embargo, había sentido vahídos y mareos, y eso le preocupaba.
Es mejor tener la mente un poco nublada que perder fuerzas por la náusea. Y yo sé que no podré guardar la carne si me la como después de haberme embarrado la cara con ella.