De igual modo, esos esfuerzos no darán resultados definitivos si el SIDA, el paludismo, la drepanocitosis y otras enfermedades siguen haciendo estragos en nuestros países.
La crisis humanitaria que sigue asolando al África meridional ha llevado a poner en tela de juicio los enfoques tradicionales de la respuesta y la asistencia.
La pobreza, el hambre y las enfermedades siguen diezmando innumerables comunidades, mientras que nuestra capacidad de responder a las crisis humanitarias necesita ser reevaluada y revitalizada.
Se dice que la policía emplea la tortura física y psicológica durante las detenciones e interrogatorios, y rara vez se castiga a los ejecutores de estos actos.
Esta exigencia es mucho más importante aún en el caso del conflicto de Darfur, que se ha prolongado por años y ha dañado sobremanera las relaciones entre las comunidades.
El Copresidente (Gabón) (habla en francés): Los Estados Unidos de América acaban de sufrir momentos sumamente difíciles y dolorosos debido a los estragos causados por el huracán Katrina.
Debería sensibilizar a este respecto al conjunto de la sociedad, cerciorarse de que se persigue penalmente a los autores de tales violencias y garantizar asistencia y protección a las víctimas.
Hoy día el SIDA causa un 3% de los fallecimientos de niños menores de 5 años en todo el mundo, pero esa cifra puede llegar al 50% en los países más afectados.
Además, esa prevalencia plantea amenazas a mediano y largo plazo para el desarrollo de los países afectados, así como al propio tejido social, a la infraestructura económica y a los recursos humanos.
Aunque la violencia contra la mujer haya alcanzado proporciones epidémicas en muchas de las zonas en guerra, todavía falta un marco sistemático y coherente de medidas interinstitucionales de apoyo a la prevención y respuesta.
Incluso hemos averiguado cómo evitar el paso de algunos invasores invisibles, como el virus que estaba masacrando las cosechas de papaya en Hawaii en los años 90.
Hacía mucho viento, como tantos otros días en Tetuán: un viento molesto que alborotaba los velos, alzaba las faldas y hacía serpentear por el suelo las hojas de los eucaliptos.