Avergonzado de su nariz, sus orejas y su cola de burro Pinocho pidió perdón arrepentido de corazón deseando que los que tanto le amaban fueran felices sin él.
Así era. Contra la scolicitud de la abadesa, Sierva María se quedaba en Santa Clara, y el padre Cayetano Delaura seguía a cargo de ella con la confianza plena del obispo.
Lo que le ruego a vuestra merced es que se cure, que le va mucha sangre de esa oreja; que aquí traigo hilas y un poco de ungüento blanco en las alforjas.
Fermosa doncella, no ha lugar por ahora vuestra petición, porque estoy impedido de entremeterme en otra aventura en tanto que no diere cima a una en que mi palabra me ha puesto.
Y como sé que esto es un hecho de gran felicidad, he accedido a la petición del pretendiente, don Diego Murquía, de comenzar este recital con una melodía dedicada especialmente para ella.
Por eso, les pido, como lo he hecho tantas veces, que no abandonemos nuestros cuidados personales para proteger nuestra salud, nuestras vidas y la salud de nuestros seres queridos y la salud de nuestras comunidades.
Finalmente, un joven músico apareció en la cueva armado sólo con un arpa, haciendo su petición a los magos: " quiero convertirme en una bella flor y tener la voz de un ángel" .