Sales de la cama y das un salto de ocho metros por tu vivienda subterránea.
El agua de tu lavamanos va a parar a un pequeño invernadero donde cultivas tus vegetales.
Después de vestirte, te transportas por un ducto para supervisar el generador.
Afuera, la oscuridad es absoluta, al igual que en los últimos doce días.
No es un escenario postapocalíptico, sino simplemente un día más en la Luna.
Y con la idea de la Agencia Espacial Europea de establecer un "campo lunar" para la década del dos mil veinte, ese día puede estar más cerca de lo que creemos.
Claro está que vivir en la Luna no será sencillo; ese "campo imaginario" no será una aldea como una base de investigaciones habitada similar a las que hay en Antártida.
Pero los obstáculos de vivir en la Luna van más allá de las bajas temperaturas.
El problema más serio es la radiación cósmica.
A diferencia de la Tierra, la Luna no tiene atmósfera, ni campo magnético.
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