El pasado mes de octubre afirmé en Asturias que necesitábamos referencias morales a las que admirar, principios éticos que reconocer, valores cívicos que preservar.
Para todo ello, el entendimiento y la colaboración son actitudes necesarias que dignifican las instituciones; más aún, las fortalecen, porque generan la confianza de los ciudadanos.
Malala Yousafzai ha combatido por los derechos civiles de las mujeres en una región de Pakistan, donde las niñas tienen prohibido asistir a la escuela.
Si realmente os importa el bienestar de vuestros ciudadanos, y que Niñolandia sea un país próspero, poned en común lo mejor de cada uno, y sed tolerantes.
Y esos valores están en la base de nuestra Constitución, de la Constitución española y son, además, valores y principios compartidos ampliamente por la ciudadanía española.
Regenerar nuestra vida política, recuperar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones, garantizar nuestro Estado del Bienestar y preservar nuestra unidad desde la pluralidad son nuestros grandes retos.
Desde entonces estamos convocados, en esta ocasión en Madrid como hace un año en París, para manifestar nuestra unión ante la agresión a nuestros ciudadanos, a nuestros principios y a nuestras instituciones.
El Tratado que dio posesión a Noruega sobre estos territorios, en 1920 la obliga a recibir a cualquier ciudadano de un país firmante y le da los mismos derechos que a un noruego.
El sacrificio y el esfuerzo de los ciudadanos durante toda la crisis económica exige que los agentes políticos, económicos y sociales trabajen unidos permanentemente en esta dirección, anteponiendo sólo el interés de la ciudadanía.
Creada al servicio de la lengua en el siglo 18, la Real Academia Española sigue leal a su misión de entonces, fiel a un compromiso con los ciudadanos, mantenido a lo largo de la historia.