Presuntamente eran amenazadas de violación, sometidas a cacheos humillantes, obligadas a desnudarse y vigiladas por mujeres reservistas mientras sus celdas eran registradas por guardias o soldados.
Martínez Ramírez fue recluido en una celda de máxima seguridad del Batallón de Policía Militar, cuando lo propio era haberle recluido en el casino de oficiales del mismo Batallón.
Los encarcelados oyeron el ruido seco de los cerrojos al abrirse la puerta en el extremo del corredor. Tres hombres avanzaron hasta la celda de Murray y la abrieron.
Del otro lado del corredor, en la celda de enfrente, estaba encerrado Bonifacio, el siciliano que había matado a su novia y a los dos agentes que fueron a arrestarlo.
Las novicias no parecían distraerse de sus labores, pero en realidad estaban pendientes de la abadesa y su visitante mientras se dirigían al pabellón de la cárcel.
No sólo yo. Todo siguió oliendo a Santiago Nasar aquel día. Los hermanos Vicario lo sintieron en el calabozo donde los encerró el alcalde mientras se le ocurría qué hacer con ellos.
Las dos primeras eran infranqueables. A Cayetano le fue fácil identificar desde la playa la ventana de Sierva María en el pabellón de la cárcel, por ser la única que ya no estaba condenada.