Horrorizado, Frank observó cómo su cuerpo sinuoso trazaba un sendero a través de la espesa capa de polvo del suelo, aproximándose cada vez más. ¿Qué podía hacer?
Como resultado, condujeron sus carretas a la derecha y de esta manera podían estar más cerca del centro del camino para ver y mantenerse alejados del tráfico que se aproximaba.
Aproximadamente una semana después, tenía una cena en casa de Madame de Rastail. La cena iba a ser a las ocho; pero, media hora después, seguíamos esperando en el salón.
Aproximamos el bote a la orilla hasta donde nos pareció prudente y nadamos hasta la playa, sin otra cosa que nuestros brazos y dos tinajas para el agua.
La boda se aproximaba y la señora Bennet se había resignado tanto que ya la daba por inevitable e incluso repetía, eso sí, de mal talante, que deseaba que fuesen felices.