Y esto requiere de un grandísimo ejercicio de autorreflexión y de introspección, porque el mayor miedo que tienen los niños y que tienen los adolescentes, es sentirse abandonados por sus padres.
Los dos sufren unas enfermedades que les hacen tener una introspección y darse cuenta de los deseos, de las pulsiones, de los íncubos que tenemos cada uno y de las brutalidades que el ser humano es capaz de hacer.