Prestó apoyo a la producción de seda (Camboya) y potenció la oferta de setas y melocotones (Lesotho), y mangos (Haití), así como la producción de yute (Bangladesh).
Sus medias de seda tampoco parecían precisamente recién salidas de la tienda en la que un día fueron compradas, pero rezumaban glamour y exquisita calidad.
La mayoría eran señoras que llevaban vestidos de seda marrón con canesú cuadrado y remate de puntillas, tocadas con velos moteados, y que se negaban a dejar la ventana abierta.
Y, habiendo andado como dos millas, descubrió don Quijote un grande tropel de gente, que, como después se supo, eran unos mercaderes toledanos que iban a comprar seda a Murcia.
Reconocí, encuadernados en seda amarilla, algunos tomos manuscritos de la Enciclopedia Perdida que dirigió el Tercer Emperador e la Dinastía Luminosa y que no se dio nunca a la imprenta.