Presuntamente eran amenazadas de violación, sometidas a cacheos humillantes, obligadas a desnudarse y vigiladas por mujeres reservistas mientras sus celdas eran registradas por guardias o soldados.
Una sugerencia era sustituirla por la expresión "fuerzas de seguridad regulares", que comprendería otros aparatos del Estado como los guardias de fronteras y los miembros del servicio de información, entre otros.
El ACNUR siguió formando a los guardafronteras, policías y funcionarios provinciales, aeroportuarios y de inmigración de todo el mundo para que conozcan mejor su deber, en particular en materia de no devolución.
Mientras sacaban del río al pobre Marqués, el Gato se acercó a la carroza y le dijo al Rey: Mientras mi amo se estaba bañando, unos ladrones le han quitado la ropa.
Al oír los gritos, el Rey se asomó por la ventanilla y al reconocer al Gato que tantas piezas de caza le había entregado, ordenó a sus guardias que fueran en su ayuda.
El guardia habitual de la Calle del Limbo, un hombre inmenso, rudo y bondadoso, sacó del bolsillo un porrón de whisky, y se lo ofreció a Murray diciendo: -Es costumbre, usted sabe.